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miércoles, 20 de noviembre de 2013

La solución Fermi (I)

Poco a poco iré transcribiendo en el blog un texto muy interesane que he encontrado de H. Christian Von Baeyer, Profesor de Física en el College de William & Mary en Williambsburg, Virginia (EE.UU.).

A las 5:29 de la mañana un lunes de julio de 1945, la primera bomba atómica del mundo explotó en el desierto, cien kilómetros al noroeste del Alamogordo, Nuevo México. Cuarenta segundos después, la onda de choque de la explosión alcanzó el campamento, donde los científicos estaban reunidos para contemplar expectantes el histórico suceso. De todos ellos, el más impaciente por conocer el resultado era el físico italo-americano Enrico Fermi, a punto de atestiguar la culminación de un proyecto que había iniciado.
 
Antes de que la bomba detonase, Fermi rompió una hoja de papel de un cuaderno en pequeños pedazos. Después, cuando percibió el primer estremecimiento de la onda de choque propagándose a través del aire en calma, dejó caer los pedacitos de papel por encima de su cabeza. Revoloteando los papelitos cayeron alejándose de la nube en forma de seta que crecía en el horizonte y tomaron tierra unos dos metros y medio detrás de él. Después de un breve cálculo mental, anunció que la energía de la bomba había sido equivalente a la producida por 10 000 toneladas de TNT. En el lugar de la explosión existían también sofisticados instrumentos. Los análisis de sus lecturas respecto a la velocidad de la onda de choque y su presión, que tardaron varias semanas en completarse, confirmaron la estimación inicial de Fermi. No se sabe con seguridad cómo hizo el cálculo, pero probablemente actuó de este modo: midiendo la velocidad del aire a causa de la explosión, estimó la energía cinética total disipada en la atmósfera y después la dividió por la energía que se libera en la explosión de 1 tonelada de TNT.


El equipo de científicos que le acompañaba quedó impresionado, pero no sorprendido por esta brillante muestra de improvisación científica. El genio de Enrico Fermi era bien conocido en todo el mundo científico. En 1938 recibió el Premio Nobel por sus trabajos en la física de las partículas elementales y, cuatro años después, en Chicago consiguió poner en marcha la primera reacción nuclear en cadena, inaugurando así la era de las bombas atómicas y la potencia nuclear comercial. Ningún otro físico de su generación, y ninguno más desde entonces, ha reunido las condiciones de experimentador consumado y teórico extraordinario que él poseía. El lanzamiento de los trocitos de papel en aquel día histórico y el análisis de su movimiento son un buen ejemplo de esta combinación de sus dotes.

(Continuará... o no)

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