¡FELIZ NAVIDAD!
Sed listos, que lo sois, y aprovechad estos días. No los tiréis por la borda. Cada momento de la vida tiene un propósito. Recordad, pues, cuál es el propósito de la Navidad. Dotad de verdadero significado a estos días.
Os voy a confesar una cosa:
Creo que, cuanto mayor me hago me vuelvo más gruñón. Este año he llegado a la conclusión de que me pone bastante nervioso lo de Felices Fiestas o los villancicos donde lo único que se desea es tener una blanca Navidad, y paz y felicidad... ¡chorradas! ¡Esperemos que no! ¿Os imagináis que empiece a nevar a lo bestia en, digamos, México? Yo soy el primero al que le gusta la nieve, esquiar, lanzarle bolas al de al lado o meterle puñados de nieve a un hermano por el cuello del jersey, pero, la verdad, de la Navidad espero más, mucho más.
Espero poder cantar villancicos junto a mis seres queridos delante de algún Nacimiento. Y cantarlos bien, no cantar por cantar.
Espero poder decir a mucha gente ¡FELIZ NAVIDAD! Por que estoy contento y agradecido, por que Dios ha nacido.
Espero poder dar muchos regalos, los más importantes de todos ellos, en forma de sonrisas, por la calle, a mis amigos...
No quiero acabar este post gruñendo, por que la Navidad es una época de alegría, de celebración (aunque sea por otras cosas, no por las que nos vende la sociedad en la que vivimos). Es una época de Esperanza, es una época para darnos cuenta de que nos ha sido dado todo, una época de creer que nos espera un futuro mejor, pero que tenemos que trabajar por él. Y para ello, la manera más rápida y eficiente es empezando a sonreír más, a rezar un poco más o un poco mejor (y recordad, quien canta -con el corazón- reza 3 veces, que decía San Agustín) y a ayudar un poco más en casa o a un vecino.
Disfrutad de estos días y haced que los demás los disfruten también.
Con todo mi corazón.
Feliz Navidad.
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